Comentario
Fue en la época romántica -allá por el siglo XIX- cuando se empezó a pensar que el artista se expresaba a sí mismo a través de su obra. El arte ya no era una técnica dominada en sus últimos secretos, como había sido hasta entonces, sino una manera de sentir y la obra no era tanto una manufactura acabada y perfecta desde el punto de vista técnico como una expresión del yo del artista, de lo más íntimo de sus sentimientos, creencias, sensaciones, etc. Una manifestación incontrolada, no sometida a los filtros censores de la razón. Pollock no entendía su obra y lo mismo le pasaba a Millares con la suya.Ya en 1943, en el primer análisis de la obra de Pollock, que escribió J. Sweeney para el catálogo de la exposición de la galería Guggenheim, hacía referencia a artistas del romanticismo y empleaba expresiones tradicionalmente asociadas con este movimiento -el talento, el genio, el lago, el volcán, el fuego, el viento, la estrella y la nube- y le comparaba con el primer romántico oficial de Francia: "Hoy su credo -escribía el crítico- es el de Hugo. Cárgate con la realidad y échate al mar. El mar es la inspiración". Todavía en los últimos años se ha visto la obra de Pollock como una interpretación contemporánea de lo sublime. Todo ello colaboró al éxito espectacular del expresionismo abstracto.